Cuando hablamos de técnicas quirúrgicas de rejuvenecimiento facial, a todos nos viene a la cabeza el lifting. Pero hay otras técnicas no tan conocidas para conseguir que nuestro rostro tenga un aspecto más joven y radiante y el lipofilling es una de ellas.
El lipofilling es una técnica quirúrgica que consistente en extraer grasa sobrante de alguna parte del cuerpo (abdomen, cintura, muslos, etc.) y usar parte de la misma como relleno natural. Se realiza mediante infiltraciones en la cara, habitualmente en pómulos, surcos nasogenianos y mandíbula, para conseguir restaurar el óvalo facial típico de la juventud y así conseguir un rejuvenecimiento facial. La técnica del lipofilling se puede llevar a cabo asociada a una cirugía de lifting facial o de forma aislada, cuando la flacidez sea ligera o moderada y se trate, principalmente, de una reposición de volúmenes. El lipofilling es un tratamiento que tiene unos resultados duraderos y con más garantías ya que, al injertar tejido del propio paciente, no suele haber rechazo ni reacciones alérgicas. Pasado el período inflamatorio inicial de una semana, el resultado estético de un lipofilling suele ser excelente. No obstante, es recomendable esperar unos tres o cuatro meses para evaluar cual va a ser la durabilidad a largo plazo.
Los candidatos o candidatas ideales para someterse a un lipofilling facial son todas aquellas personas que desean conseguir un aspecto más joven en la piel y contorno de su rostro. Hay que tener en cuenta que los pacientes excesivamente delgados o musculados no suelen ser buenos candidatos ya que, además de tener poca grasa bajo la piel, ésta se extraerá con dificultad y mucho traumatismo. Para ellos, existen otras técnicas más adecuadas.