La nariz es la piedra angular de la estética facial. Su colocación en el centro de la cara la convierte en el primer punto en que las personas fijamos la mirada y de ella emana la estética de los otros protagonistas cercanos de la belleza: los ojos y la sonrisa. Pero además de aportar belleza a la cara y de permitirnos oler y respirar (claro está) también define el tipo de persona que somos. De hecho, es conocido que la nariz es la receptora de la zona emocional del Sistema Límbico, con lo que nos da información acerca del comportamiento humano en el área más afectiva, íntima y social.
Así pues, el tipo de nariz que tenemos transmite al inconsciente de las demás personas mucha información acerca de nosotros. Estas son las ocho tipologías principales de la nariz y sus significados psicológicos:
- Aletas diferenciadas: se da cuando las aletas dibujan un semicírculo encima de ellas. Significa que es una persona divertida y abierta con sus emociones.
- Aletas inapreciables: al contrario que la primera, las aletas no se observan. Psicológicamente, es una persona poco comunicativa y aburridiza.
- Forma convexa: crea una forma convexa con la punta y es típica de personas sentimentales que requieren compañía de alguien más poderoso que ellas.
- Forma cóncava: al revés que la anterior, apunta hacia arriba. Nos transporta a la niñez, con lo que denota inmadurez emocional.
- Forma aplastada: cuando las aletas están enganchadas a la nariz. Da la sensación de persona cerrada por culpa de los sufrimientos sentimentales vividos aunque también se liga con personas frívolas.
- Orificios no visibles: cuando los agujeros no saltan a la vista significa que se trata de una persona muy selectiva en el plano emocional.
- Tabique ancho: cuando este es ancho, transmite mucha madurez en el ámbito emocional, además de generosidad y hasta buen gusto. Es una forma bastante común en los líderes.
- Tabique estrecho: cuando este es excesivamente fino transmite lo contrario; un ser inmaduro y dubitativo.
En definitiva, la nariz es un rasgo que identifica nuestra forma de ser, con lo que al modificarla no solo mejorarás tu estética para sentirte mejor contigo misma, sino que también cambiarás la información que tu cara transmite sobre tu personalidad.