Actualmente, el cirujano plástico y estético pasa el 20% de su jornada laboral en el quirófano. Hace poco más de diez años, este porcentaje se acercaba al 90%. ¿A qué se debe este cambio? Los grandes avances científicos y técnicos en el campo de la la cirugía estética han cambiado también la manera de trabajar de estos profesionales. Las agujas y aparatos de láser y radiofrecuencia han ido ganando terreno y se están imponiendo al bisturí.
La blefaroplastia, la rinoplastia o el lifting facial son algunas de las intervenciones de cirugía estética más practicadas. Se trata de intervenciones que, en algunos casos, no requieren ingreso hospitalario. Del mismo modo, las técnicas de rejuvenecimiento a base de inyecciones de Botox, los tratamientos con ácido hialurónico o la Mesoterapia no requieren pasar por el quirófano. Como tampoco lo requieren tratamientos como la Intralipoterapia o el drenaje linfático. Todos ellos forman parte de la denominada nueva dermocosmética. Técnicas de rejuvenecimiento facial y corporal sin bisturí que reducen grado de agresividad y el tiempo de recuperación y permiten continuar con las actividades cotidianas sin necesidad de interrumpirlas.
De este modo, las molestias para los y las pacientes son mínimas y les permiten continuar con su ritmo de vida sin apenas interferencias. Estos tratamientos ya han sido bautizados como lunch time porque, por su brevedad y ausencia de necesidad de recuperación, se podrían realizar en la pausa para la comida. Y no solo se refiere a tratamientos de medicina estética, sino también a algunas intervenciones con bisturí que apenas necesitan tiempo de recuperación. Una cirugía mínimamente invasiva, discreta y con resultados muy naturales.
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